Capítulo 3: Las consecuencias

Capítulo 3: Las consecuencias

Ver entradas relacionadas anteriores: El origen, La depresión

…. Y llegó el verano del 2001. Me molaba ir a las tiendas a comprar ropa y todavía más que la gente te dijese lo guapa que me veían; me sentía cómoda con mi nueva imagen. Solucioné el tema del alojamiento para el siguiente curso académico: una amiga de toda la vida me había ofrecido una habitación que había quedado libre en su piso de alquiler. Mi infierno había terminado, me sentía muy feliz y decidí que era hora de olvidarme de la báscula y volver a comer de forma normal de nuevo.

Y los 2 años siguientes los disfruté a tope. La convivencia con mis compañeros de piso era genial: nos turnábamos para cocinar, hacíamos la compra común, comíamos y cenábamos juntos, compartíamos muchos momentos junto a la televisión… También empecé a conocer y relacionarme con mucha gente: amigos de unos y otros se pasaban por el piso, organizábamos cenas, acudíamos a las fiestas universitarias…Sacar notas más que decentes me resultaba cada vez más fácil. Me apunté a una academia para sacarme el carnet de conducir y también a clases de alemán. Todo era ideal, y yo siempre estaba sonriente y alegre.

Pero pronto empecé a darme cuenta de que los pantalones empezaban a no poderse abrochar y que las fotos mostraban mi sonrisa entre dos molludos mofletes. Entonces una alarma saltó en mi cabeza y me di cuenta de que no podía tener el cuerpo que yo deseaba simplemente dejando de picotear entre horas, sino que iba a tener que cambiar mis habitos alimenticios para siempre. Y volví a iniciar una nueva dieta, aunque en esta ocasión no tan radical.

Y desde entonces soy esclava de mi cuerpo. No puedo soportar la idea de volver a engordar y prefiero que me ocurra casi cualquier cosa (perder el empleo, por ejemplo) a verme con unos kilitos de más. Para mí sería una verdadera tragedia volver a ver en un espejo un cuerpo que no conseguiría aceptar.

En otro post profundizaré en estos temas de la obsesión por estar delgada y de cómo me afecta al tema de la fertilidad y una posible futura maternidad.

Capítulo 1: El origen

Capítulo 1: El origen

El día que decidí que podía y quería ser delgada fue uno de los principales puntos de inflexión en mi vida. No, mejor dicho, yo creo que fue EL PUNTO DE INFLEXIÓN; por eso he titulado este capítulo «El origen».

De niña era una niña gordita a la que se le daban mal los deportes; aunque lista y muy aplicada, eso sí. Una hija casi perfecta (trabajadora, obediente, alegre, risueña, etc) y una nieta perfecta del todo (nunca dejaba nada en el plato 😉 ) . De adolescente seguía teniendo unos kilitos de más, pero seguía siendo brillante. Y llegué a la Universidad, donde dejé de tener unos resultados académicos tan excelentes, aunque esos kilos de más no se fueron con ellos 😦  . La verdad es que nunca me había planteado intentar cambiar mi cuerpo; siempre había sido así y asumía que así lo iba a ser siempre, y,  aunque hubiese preferido que mi físico fuese de otra forma, lo aceptaba tal y como era.

Pero a mis 20, algo cambiaría en mi vida que hizo que pasase por mi cabeza una imagen de mi cuerpo delgado y estupendo, el pasar de vivir en una residencia de estudiantes con un menú altamente calórico a compartir un piso de alquiler con 2 compañeras de clase. ¡Tenía en mis manos la posibilidad de dejar de ser gordita! ¡Lo quería! Y lo quería YA.

Y esta fue la fórmula aplicada y el resultado obtenido:

Perfección + Impaciencia + Fuerza de Voluntad  = Obsesión

Prohibí a mi madre que me preparase ningún tipo de comida en tupper. Empecé a reducir drásticamente la cantidad de calorías ingeridas y salía a correr cada día al terminar las clases. Calmaba la ansiedad con tabaco. En poco tiempo obtuve resultados significativos; todavía no tenía el valor de subirme a una báscula pero notaba que la ropa empezaba a quedarme grande. Y eso me animaba a limitar todavía más mi combustible,  con el fin de llegar a mi meta cuanto antes.

A los 4 meses, en Febrero, comenzó el primer periodo de exámenes y yo llegué con la batería al mínimo. Estaba muy débil. Sentía que un fracaso absoluto estaba a punto de llegar a mi vida; iba a suspenderlo todo, perdería el curso, me quedaría atrás con los chic@s de la siguiente promoción, los suspensos no gustarían a las empresas, nadie me daría trabajo, no tendría de qué vivir… ¡CATÁSTROFE!

Y caí en una DEPRESIÓN (hablaré de ello en otro post), hecho que ha marcado el resto de mi vida y que cargó mi mochila con diversos conflictos emocionales, algunos de ellos ya resueltos,  y otros que todavía perduran…

¡¡¡A POR ELLOS!!!