El miedo a no entrar en los pantalones

El miedo a no entrar en los pantalones

Desde que empecé a tener trastornos con la comida siempre me ha acompañado un miedo horrible a enfundarme según que ropa en aquellos momentos en los que he considerado que mi cuerpo no ha estado  dentro de los límites permitidos. Y utilizo el verbo CONSIDERAR porque siempre han sido miedos irracionales que no han estado fundamentados en ninguna hecho objetivo. Es más, casi siempre que he conseguido superar el temor y me he lanzado a probarme esa ropa ajustada que ha estado colgada en el armario desde la temporada anterior, me he llevado la grata sorpresa que ningún michelín asomaba por ningún sitio.

Desde que abandoné la pesada semanal que me confirmase que podía ponerme unos vaqueros sin remordimientos, siempre he huido de los pantalones sin elástico y todo tipo de ropa ajustada cuyos botones pudiesen revelar que había tenido una semana feliz. Los lunes evitaba según qué prendas, pues el fin de semana seguro que había cometido muchos excesos y era mejor esperar esos 5 días de dieta sana y deporte para recuperar la figura y asegurarse que entraban bien. Y preparar la maleta para unas vacaciones de 1 semana requería de una complicada estrategia para reservar ropas anchas para todos los días y poder meter dentro la carga extra adquirida en los restaurantes.

Todo esto ha hecho que ni siquiera me haya gustado ir a comprar ropa, y que en los últimos años casi todo lo haya adquirido por Internet.

Es curioso, porque la gente puede llegar a pensar cuando alguien está obsesionado por no engordar, lo hace porque es muy presumid@ y quiere poder lucir la última moda. Nada más lejos de la realidad, a mí la ropa estrecha siempre me ha hecho sentir grande dentro de algo pequeño, nunca me he visto bien dentro de unas mallas y siempre me ha incomodado una blusa ceñida.

Siempre he pensado que no sé si seré capaz de superar estos miedos alguna vez. Me preocupa cómo reaccionaré cuando tras el parto necesite utilizar 2 tallas más de lo habitual y me vea forzada a renovar mi vestuario. Es una asignatura pendiente que tengo que trabajar.

 

 

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