La frustración de no encontrar el amor

La frustración de no encontrar el amor

Hoy quería dedicar unas a las palabras a aquellos que sueñan con encontrar el amor de su vida y no consiguen encontrarlo.

El amor frustrado es un sentimiento que puede ser todavía más duro que el que sentimos l@s infértiles. Lo sé, porque antes de ser infértil, también descubrí lo duro que era afrontar la vida en solitario para alguien al que desea tener pareja. Y hoy por hoy, habiendo vivido ambas situaciones, puedo decir que a mí me resultó mucho más duro lo primero.

La soltería no puede solucionarse en una clínica; no es cuestión de dinero, de intentos o de buscar alternativas. Encontrar una buena media naranja es muy difícil para quien no se conforma con un medio pomelo, limón, lima o mandarina. Y puede depender de una simple casualidad que nunca puede llegar a darse.

Reconocer que estás buscando pareja es un tema incluso más tabú que explicarle a alguien que necesitas ayuda de la ciencia para ser mamá/papá, y mucho más en el caso de las mujeres. Nos avergüenza reconocer que no tenemos pareja pasado los 30 y solemos recurrir a ¡con lo bien que vivo sólo sin nadie a quien dar explicaciones!  o a un ahora mismo no es el momento.

Hay quien, a la desesperada, inicia relaciones que difícilmente pueden acabar bien. Otros simplemente lo intentan, una y otra vez, sufriendo continuos rechazos. La frustración y las ganas de que el amor llegue pronto, les hace actuar sin tener claro qué es lo que se busca y qué no. Y los continuos fracasos no hacen sino incrementar todavía más el pesimismo y la frustración.

Hace poco me di cuenta que hay personas sin pareja que pueden tener sentimientos hacia los matrimonios felices similares a los que tenemos las infértiles hacia las embarazadas, que prefieren estar en entornos en que haya mayoría de singles y evitan encontrarse con situaciones que desearían para ellos.

Siento una enorme compasión por estas personas, porque me veo reflejado en ellas. Me encantaría que comprendiesen cómo les entiendo, aunque seguramente ellos piensen que me es muy fácil decirlo porque yo sí tengo pareja, como yo pensaría de una amiga que dice comprenderme teniendo ya en sus brazos a su bebé.

Y me gustaría que acudiesen a mí, a pedirme consejo sobre cómo afrontar una situación así, y que no me vean como un alma enamorada sino como alguien que luchó con toda su energía por encontrar a su compañero.

 

 

 

 

Afrontar la betaespera con ilusión

Afrontar la betaespera con ilusión

Estoy en puertas de la betaespera de mi 3ª FIV y quiero que esta vez todo sea distinto: me he propuesto afrontarla con ilusión.

Me considero una persona pesimista y suelo pensar que es imposible que yo vaya a ser tan afortunada de poder quedarme embarazada incluso después de 2 años y medio intentándolo. Por lo tanto, una vez tras otra, anticipo el fracaso y lo asumo de tal forma que mi cabeza empieza a pensar en el plan alternativo mucho antes de saber ningún resultado. Pienso que la suerte ha sido creada sólo para los demás, y me es muy difícil cambiar el cristal de mis gafas.

Hace poco asistí una charla de una psicóloga especialista en tratar a pacientes de Reproducción Asistida, quien nos explicó que anticipar un resultado negativo de un proceso no resuelto es la forma que tenemos nosotras de tomar las riendas de una situación llena de incertidumbres.

La mayoría de las mujeres sentimos la necesidad de controlar todo lo que ocurre en nuestras vidas. La Reproducción Asistida ha avanzado mucho en los últimos años, pero todavía hay factores que la ciencia no es capaz de controlar. Esa falta de control nos crea mucho desconcierto y proyectamos esa necesidad de tenerlo todo bajo control en una postura pesimista. Pase lo que pase, pensar con pesimismo es lo mejor. Si el resultado es positivo, el estado de euforia hará que me sea indiferente haberme equivocado en mi predicción, y si es negativo, podré decir: «Ya lo sabía» y no quedaré  ante los demás como una tonta ilusa.

Muchas veces creemos que evitar ilusionarse hará que la caída nos duela menos. Aquí aparece de nuevo una forma de tomar el control de una situación incierta, intentando reprimir nuestras emociones. Pero esto no es así, un negativo nos va a causar dolor, llegue como llegue y cuando llegue. Así que esa forma de actuar sólo lleva al sufrimiento.  Entonces…¿por qué no afrontar la espera con ilusión y esperanza?

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Intentaré hacer mi espera más dulce…

…preparando un cómodo y cálido lecho donde acogeré a mis pequeños embriones

…sintiendo 2 nuevas vidas dentro de mí

…dándoles sus primeros paseos dentro de mi tripita

…haciéndoles escuchar música por primera vez

…tejiendo con cariño unos pequeños patucos para ellos

…hablándoles de lo buena persona que es su papá

…proyectando en mi mente imágenes de mis bebés en brazos, de cómo serán y qué quiero enseñarles, sonriendo ante sus carcajadas de felicidad

 

 

¿Por qué esta vez SÍ puede ser la buena?

¿Por qué esta vez SÍ puede ser la buena?

Cuando llevas un negativo detrás de otro cada vez se ven más fortalecidos tus temores de que ese nuevo intento va a ser igual a los anteriores. Seguir el mismo protocolo que las veces anteriores te decepciona y cualquier palabra de tu ginecólogo la interpretas a tu manera, convirtiéndola en una evidencia de tus malos presagios. El pesimismo, el miedo y la preocupación van invadiéndote poco a poco y cada vez va dejando menos hueco a la ilusión y la esperanza.

Estoy a las puertas de mi 3ª punción y quiero que esta vez esto no sea así, porque he trabajado mucho para que las cosas vayan mejor. No quiero que el pesimismo eclipse todo el duro trabajo de estos 5 meses, por eso voy a repetirme todos los días las cosas que son distintas respecto a las anteriores veces.

Sé que esta vez puede ser la buena, he hecho todo esto para que así sea:

  • Hemos cambiado a una clínica con mejores recursos y mayor experiencia, y que tiene gran prestigio y buenos resultados. Nos sentimos mejor atendidos.
  • Tenemos una ginecóloga de confianza que tiene mucho interés y está deseando que todo nos vaya muy bien.
  • Mis ovarios han estado descansando durante 5 meses, periodo durante el cual he conseguido regular mis reglas, síntoma de que mi aparato reproductor no está escacharrado.
  • He cambiado mis hábitos alimenticios (sin gluten, disminución de carbohidratos, eliminación de alcohol y refrescos, 5 ingestas diarias), notando una mejora del tránsito intestinal.
  • M y yo estamos tomando complementos alimenticios para mejorar la calidad de nuestros gametos.
  • He trabajado mucho con mi psicóloga para afrontar todas las dificultades que han ido surgiendo a nivel emocional.
  • Hemos eliminado la píldora anticonceptiva previa al inicio del tratamiento.
  • La hormona de la estimulación la hemos cambiado a una más adecuada a mi perfil hormonal, además de inyectar dosis más pequeñas.
  • El antagonista lo inyectamos a horas distintas a las que lo hacíamos en los ciclos anteriores.
  • La desencadenación de la ovulación será con fármacos diferentes  y utilizando 2 hormonas para mejora la competencia ovocitaria.
  • Vamos a intentar llevar los embriones a estado de blastocisto.
  • El laboratorio de FIV es más avanzado y podrán usar técnicas adecuadas en el caso de necesitarlo.

 

 

Mi caja de herramientas para superar la infertilidad

Mi caja de herramientas para superar la infertilidad

Son bastantes los recursos que he necesitado para plantar cara a la infertilidad durante estos 2 años y medio. Los comparto a continuación:

Seguros médicos

  • Seguridad Social
  • Seguro médico privado con cobertura de 2 IA y 1 FIV, así como la mayoría de las pruebas diagnósticas

Profesionales:

  • Ginecóloga. En mi caso he tenido 4 (casualmente siempre mujeres) en la sanidad privada: 1 ginecóloga que dirigía los tratamientos en cada una de las clínicas en las que he estado y 2 de apoyo en la policlínica privada de la ciudad donde vivo (al estar a cientos de kms de las clínicas de Reproducción Asistida siembre me he buscado un facultativo que me pudiese hacer las cosas que me iban mandando). Con la experiencia he podido comprobar que tener plena confianza en tu médico es indispensable para que todo vaya sobre ruedas.
  • Psicóloga. Durante el último año y medio he necesitado una terapeuta que me diese las pautas para sobrellevar toda la carga emocional que conlleva la fertilidad. Las sesiones han sido semanales en las épocas más duras y cuando he estado más tranquila ha sido suficiente con hacer revisiones cada mes.
  • Asesora holística en fertilidad. Tras los malos resultados que obtuvimos en la 1ª clínica en la que nos trataron, acudimos a Psicofertilidad Natural a que revisasen nuestro historial y nos aconsejasen los siguientes pasos a seguir.
  • Endocrino. En mi caso he necesitado acudir a consultas de endocrinología para regular algunos temillas hormonales.
  • Segundas opiniones médicas. Tuvimos consulta con 2 especialistas en reproducción de otras clínicas antes de decidir cambiarnos a la actual.
  • Servicio de ginecología de la Seguridad Social. A la par que iniciamos tratamientos en la sanidad privada, movimos los temas en SS, donde hicimos algunas de las pruebas de diagnóstico requeridas.
  • Médico y psicóloga de Seguridad Social. Únicamente para gestionar el tema de bajas laborales y derivarme a ginecología.

Otros recursos humanos en los que he podido apoyarme:

  • Grupo de Apoyo Hello!. Magnífica iniciativa creada por Marian Cisterna y en la que se organizan talleres gratuitos para pacientes de Reproducción Asistida.
  • Redes sociales y blogosfera. En mi caso, al no vivir en Zaragoza y no poder asistir a las tertulias-café presenciales del grupo de apoyo antes mencionado, no me ha sido posible conocer a otras chicas en los mismos apuros y he tenido que recurrir a leer a mis compañeras virtuales de #infertilpandy .  Me ha ayudado a no sentirme sola en la batalla.
  • M, mamá, amigos muy íntimos y buenos compañeros de trabajo. El amor, el cariño y la compasión de aquellos seres más queridos han sido fundamentales para afrontar con energía todas las tempestades.
  • Garbancito. Sin ti, nunca hubiese sabido que esto sí es posible.

Estilo de vida saludable:

  • Mejoras en los hábitos alimenticios: disminuir carbohidratos, eliminar gluten, aumentar proteínas, repartir las comidas en 5 ingestas diarias, eliminar el alcohol, reducir los refrescos.
  • Complementos alimenticios: Omega-3/DHA, Vitamina D3, Probiótico, Ácido fólico, inositol, selenio, manganeso
  • Deporte: running, bicicleta, excursiones por el Pirineo, bailes de salón, etc.

Lecturas

  • Libro «No tires la toalla, hazte un bonito turbante», Marian Cisterna
  • Libro «Bienestar, autoestima y felicidad», Raimon Gaja
  • Miles de sitios web con información

Actitud

  • Trabajar cada día la paciencia, la perseverancia,  la ilusión, la esperanza, la motivación, las ganas de superación, la fuerza y el empeño.
  • Potenciar mis aficiones
  • Escribir este blog como terapia

Recursos económicos

  • A fecha de hoy hemos necesitado unos 15000€ para los distintos tratamientos (no incluimos las facturas que nos ha pagado el seguro)
Pensar en uno mismo no es ser egoísta

Pensar en uno mismo no es ser egoísta

La infertilidad lleva consigo un torbellino de emociones muy intensas para la mayoría de las personas que la sufren. Además del miedo, la ansiedad, la angustia, el sufrimiento, el dolor, etc. aparecen sentimientos extraños y contradictorios en tus relaciones personales, sobre todo debido al ¿y por qué tú sí y yo no? (léase embarazos e hijos ajenos)

Hasta hace muy poquito consideraba que mis sentimientos eran incorrectos  ¿por qué no me alegraba de que las personas de mi alrededor tuviesen hijos? Sentir envidia, enfado o traición era ilegítimo. Me consideraba una persona egoísta y estaba decidida a cambiarlo. Tenía clara la forma de solucionarlo: debía exponerme a esas situaciones dolorosas y aguantar como toda una campeona. Al llegar a casa me encerraría en casa y lloraría todo lo que tuviese que llorar. Así todos mis familiares y amigos estarían contentos. Cuantas más situaciones consiguiese superar, más fuerte me haría y llegaría un momento que sería totalmente inmune a cualquier estímulo externo relacionado con barrigas y bebés.  Tenía una responsabilidad hacia con los demás. Realmente lo hacía por ellos.

Pero estaba muy equivocada. Las constantes exposiciones a situaciones dolorosas  no sólo no mejoraban las relaciones sociales sino que me dejaban hundida.

Mi terapeuta me hizo ver que todos los sentimientos son válidos, que mis emociones son mías y de nadie más y no hay nada de malo en que yo sienta lo que siento, ni en que los demás sean conscientes o no de lo que estoy sintiendo. Si comprendo el origen de los sentimientos y consigo que no distorsionen mi conducta, no estoy haciendo nada malo. Yo soy la única que he de decidir si me gustaría cambiar esos sentimientos y cómo lo tengo que hacer. Ahora sé que el modo de hacer que esas emociones cambien es lícito siempre y cuando no incumpla ninguna de las reglas de convivencia de cualquier sociedad. Así mismo, he aprendido que yo soy la única responsable de mis sentimientos al igual que no soy responsable de los sentimientos de nadie.

Hoy, todo lo que hago lo hago pensando en mí, pero ya no me siento egoísta. Yo soy lo más importante en mi vida y quiero ser feliz. De momento, para conseguirlo he de poner límites a la hora de estar con familias fértiles; hay un umbral de dolor que no puedo sobrepasar todavía.

Amablemente tuve que pedirle a mis hermanos que intentasen mantener la distancia. Me da igual que se sientan culpables o que les siente mal que no muestre mi interés por sus ecografías. Yo he actuado correctamente y no soy responsable de sus sentimientos de enfado ni de culpabilidad. Al igual que ellos actuaron por su propio interés a la hora de decidir tener un hijo, yo lo hago por el mío. Ellos lo necesitaban para alcanzar su felicidad, y yo necesito esto para alcanzar la mía.

No podemos dejar la felicidad en manos de los demás. Hemos de pensar en nosotros mismos y asumir la responsabilidad de nuestras emociones. Pensar en uno mismo, no es egoísmo.

¿nací o me hice infértil?

¿nací o me hice infértil?

Muchas veces pienso que yo no nací infértil; es más, a veces creo que en un momento de mi vida yo decidí ser infértil. ¿decidir ser infértil? ¡qué masoquismo! ¿cómo puede se eso?

No creo en el destino ni en ningún Dios que haya decidido condenarme a no poblar este mundo de hijos en los que pueda infundir mis filosofía de vida atea. De hecho, si fuese así ya no podría definirme como no creyente. Y dados los antecedentes tampoco creo que mi fertilidad haya sido la más desafortunada herencia que mi familia haya querido dejarme.

A los 27 años, tras unos años de auto-disciplina para reprimir mis instintos maternales y poder contentar a mi pareja de por aquel entonces no castigándole con la paternidad, decidí volverme infértil. Y a las pruebas me remito, la mujer cabezota que siempre ha querido llevar la razón aunque sea a costa de su propio dolor ha conseguido demostrar a todo el mundo que no se puede quedar embarazada.

Por aquel entonces castigaba a mi cuerpo limitándole el combustible. La relación de pareja no funcionaba. Yo no podría tener hijos nunca, y sentía la necesidad de compensarlo de alguna forma, con un cuerpo 10.

Al cabo de un año, la relación se rompió. Dejé la píldora anticonceptiva y llegó la amenorrea. Tras varias visitas ginecológicas y la regla sin aparecer, me volví a mi casa con un diagnóstico de ovarios poliquísticos y una prescripción de usar un métodos de anticonceptivo oral porque supuestamente era lo que debía tomar con ese diagnóstico. Era la primera evidencia de que yo era infértil. Y entonces decidí que me costaría mucho tener hijos.

No cuestioné lo que allí se me dijo. No busqué segundas opiniones. Me lo creí y punto. Como me ha ocurrido en muchas otras ocasiones, el facultativo de aquel entonces no buscó otras posibles causas y a mí ni se me pasó por la cabeza que algo no estaba bien en mi cuerpo y mi mente.

Durante los años siguientes cada episodio de hematofobia reforzaba mi teoría de que yo no podía ser madre. Mi mente no estaba preparada para sobrellevar un parto.

Y a los 32, llegó el momento de ampliar la familia, estando convencida de que no iba a poder conseguirlo fácilmente. Y así fue, sabía que la regla no iba a llegar, que la ovulación no se producía correctamente, que el Omifin no me iba a hacer efecto, que mi embarazo acabaría en aborto, que ninguna medicación me iba a ir bien, que la 1ª IA no iba a funcionar y la 2ª tampoco, ni ninguno de mis embriones progresaría.

Y todas y cada una de las cosas que he creí, se cumplieron ¿cómo puede ser mi mente haya sido tan poderosa hasta el nivel de controlar mi cuerpo?